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El problema de la guerra y las vías de la paz Norberto Bobbio

Por: Bobbio, Norberto, 1909-2004 [autor].
Colaborador(es): Binaghi, Jorge [traductor].
Tipo de material: materialTypeLabelLibroSeries Serie Cla de ma Filosofía política.Editor: Barcelona Gedisa 1982, reimpresión 2000Edición: primera edición, primera reimpresión.Descripción: 204 páginas. 20 cm.Tipo de contenido: texto Tipo de medio: sin mediación Tipo de portador: volumenISBN: 8474321352.Otro título: Il problema della guerra e le vie della pace.Tema(s): PACIFISMO | GUERRAResumen: El autor recopila una serie de artículos escritos en momentos en que la carrera armamentista pone en peligro la existencia de la humanidad, el uso de las armas nucleares en momentos de un posible enfrentamiento bélico, rebasa ética y jurídicamente toda justificación de la guerra. Para la filosofía de la historia se muestra como un camino bloqueado que en sus palabras no podía significar sino dos cosas: “a) La guerra es una institución agotada que ha cumplido su ciclo y está destinada a desaparecer. b) La guerra es una institución inconveniente, injusta o impía que debe ser eliminada”. (Bobbio, 1999, p. 30) El autor desmenuza la discusión entre si este evento es objeto de una predicción o de un proyecto humano; las dos posiciones dieron origen a dos corrientes de pacifismo que se denominan: pacifismo positivo y pacifismo activo. Desde el punto de vista de la primera de las actitudes, el hecho de que la institución de la guerra después de la aparición del arma total, debe considerase un camino bloqueado, significa que el camino de la guerra recorrido ininterrumpidamente hasta hoy por la humanidad se ha hecho imposible. Desde el punto de vista de la segunda de las actitudes, significa que aun siendo posible, la guerra es injustificable o ilegítima. En este sentido, Bobbio define la paz, como el estado en que se centran grupos políticos entre los cuales no existe una relación de conflicto caracterizado por el ejercicio de una violencia duradera y organizada; en un sentido positivo, la paz es un estado específico, previsto y regulado por el derecho internacional, en un estado que resulta determinado, luego de un acuerdo en el que las dos partes cesan las hostilidades y regulan sus relaciones futuras. Por último, el autor aborda los derechos humanos, para él, estos resultan definitorios en una estrategia encaminada a la paz, según Bobbio, el problema de los derechos humanos en la actualidad ya no es filosófico sino político, no se refiere a buscar su justificación, sino más bien el trabajo debe ir encaminado hacia la protección de los mismos. Caracterización de la violencia: En el presente libro, podemos encontrar elementos de violencia política, cuando Norberto Bobbio analiza la relación existente entre la guerra y el derecho, concluye que esta se puede entender de cuatro formas: la guerra como antítesis del derecho, la cual nace del conflicto entre Estado natural (sin leyes,que atenta contra el otro) y Estado civil, al cual se llega siguiendo la ley natural de la búsqueda de la paz, por medio de consensos, es decir, la antítesis de la guerra. Otra forma es la que ve a la guerra como un medio, esto es la búsqueda de un grupo específico de ciertas pretensiones por medio de la guerra. Aquí se entiende el derecho no como finalidad, sino como resultado que debe ser la paz y para esto se utiliza la fuerza o la persuasión, convirtiéndose esta en el medio para alcanzar el derecho. La tercera es la guerra como objetos de evaluación y reglamentación jurídica, explica la relación derecho-guerra y derecho-fuerza, esta última regula el uso de la fuerza como medio para llegar al derecho, convirtiéndose en instrumento de derecho y objeto de derecho. Por último la guerra como fuente, esta concepción indica que una guerra se establece sin leyes, en el cual, el derecho establecido pierde su vigencia para dar lugar a uno nuevo. Estas formas de entender la relación derecho y guerra pueden ser entendidas también en términos de la violencia como productora de razón. Citas textuales: “Acabada la guerra y caído el fascismo, nos enfrentá­bamos con dos problemas fundamentales: el ordenamiento democrático dentro de nuestro país y el ordenamiento pacífico en las relaciones entre nuestro país y el resto del mundo. Los dos problemas estaban estrechamente vinculados, o, mejor dicho, se encontraban en la raíz del mismo problema: el de la eliminación, o al menos de la máxima limitación posible, de la violencia como medio para resolver los conflictos entre individuos y entre grupos, ya dentro de un mismo estado, ya en las relaciones entre los estados.” (pp. 9) “Quienes están convencidos de que la guerra no se debe hacer, y coherentes con su convicción se niegan a llevar armas, son llamados objetores de conciencia. En otras palabras, los objetores de conciencia son quienes no están dispuestos a aceptar ninguna de las justificaciones mencionadas y por tanto sostienen que la guerra es un mal absoluto sin condicionamientos. Si reflexionamos sobre lo dicho hasta ahora, es decir sobre el hecho de que ante la guerra nuclear ya no podemos sostener ciertas teorías tradicionales de justificación de la guerra, y nos vemos obligados a reconocer que ella es un mal absoluto sin condicionamientos, debemos admitir —y ésta es la conclusión a la que quería llegar— que, frente a las perspectivas de la nueva guerra (al menos potencialmente) todos somos objetores. En forma más simple y más directa: objeción de conciencia significa el rechazo a llevar armas. Cuando en el concepto de arma cabe hoy una bomba que, como se sabe, tiene por sí sola un poder explosivo superior a todas las bombas arrojadas sobre Alemania en la última guerra, resulta lícito preguntarse si llevar armas no se ha convertido en un problema de conciencia para todos”. (pp. 12 y 13) “El ejemplo más alto y más convincente del método de la no violencia para la solución de los conflictos sociales no hay que ir a buscarlo demasiado lejos. Por suerte, cada día lo experimentamos incluso en nuestro país: es la democracia. Desde el momento mismo de su aparición, la democracia ha sustituido la lucha cuerpo a cuerpo por la discusión, el tiro de gracia del vencedor sobre el vencido por el voto y la voluntad de la mayoría que permiten al vencido de ayer convertirse en el vencedor de mañana sine effusione sanguinis.” (pp. 18 y 19) “¿Pero acaso la estrategia de la guerra atómica permite aún mantener la distinción entre guerra ofensiva y guerra defensiva? Hay dos modos tradicionales de entender la segunda; en sentido estricto, como respuesta violenta a una violencia ejercida; en sentido amplio, como respuesta violenta a una violencia sólo temida o amenazante, es decir como guerra preventiva. En la estrategia atómica, la guerra defensiva en sentido estricto ha perdido toda razón de ser: es posible sólo sobre la base del principio de igualdad entre delito y castigo, siempre que haya una razonable probabilidad para el agredido de que el daño que puede infligir sea igual al sufrido. La estrategia ató­mica desmiente este principio: por más que las potencias atómicas suelan dedarar que los medios ató­micos tienen sólo fines defensivos y se utilizarán no para atacar sino para defenderse, los expertos han formulado repetidas veces la doctrina según la cual lo que importa en una guerra llevada a cabo con armas termonucleares es el primer golpe. Por tanto, quien ataca primero se encuentra en la condición favorable para hacer irrealizable el principio de la igualdad entre delito y castigo, y en consecuencia la guerra defensiva en el sentido tradicional de la palabra. En una guerra termonuclear la aplicación rigurosa del principio de igualdad entre delito y castigo llevaría, en última instancia, al suicidio universal.” (pp.55) “Nunca se subrayará bastante la importancia actual de la teoría y la práctica de la no violencia activa. En un mundo en que el poder cada vez mayor de los aparatos estatales parece no dejar otra alternativa ante un régimen tiránico que la de la obediencia pasiva o la del sacrificio, la invención, la aplicación y la verificación de técnicas de no violencia pueden abrir nuevos caminos a las luchas por la libertad. Si la ética de la no violencia es antigua, las técnicas para hacerla eficaz, para hacer de la no violencia una actitud propia no sólo de un ética de la intención sino también de una ética de la responsabilidad, es reciente, hasta tal punto que aún no podemos conocer sus posibles desarrollos.” (pp. 78) “Por último, por violencia se entiende: a) el uso de la fuerza física; b) intencionalmente dirigida a lograr el efecto deseado por el sujeto activo; c) no consentida por parte del sujeto pasivo. No es violencia en el sentido corriente de la palabra la denominada violencia psicológica, o sea el uso de medios de manipulación de la voluntad para obtener el objetivo deseado; el causar sufrimientos, incluso graves, sin intención; el causar sufrimientos, incluso graves, a quien los consiente. He agregado violencia «organizada», porque el concepto de guerra no se extiende tanto que comprenda explosiones de violencia, aunque sea entre grupos políticos, esporádica, no duradera, accidental.” (pp. 163) “Definida de tal modo la guerra, la paz entendida como no-guerra puede definirse como el estado en que se encuentran grupos políticos entre los cuales no existe una relación de conflicto caracterizada por el ejercicio de una violencia duradera y organizada. De esto se deriva que: a) dos grupos políticos pueden estar en conflicto entre sí sin estar en guerra, ya que el estado de paz no excluye el conflicto, sino sólo el conflicto que se realiza mediante el ejercicio de la violencia duradera y organizada; b) dos grupos políticos no deben considerarse en estado de guerra si en sus relaciones se verifican casos de violencia esporádica, como lo son por ejemplo los incidentes fronterizos.” (pp.164) El problema de la guerra y las vías de la paz, p. 2 Derecho y guerra, p. 95 Sobre el fundamento de los derechos del hombre, p. 117 Presente y futuro de los derechos del hombre, p. 129 La idea de la paz y el pacifismo, p. 157 ¿>Es una alternativa la no violencia, p. 187 https://economiadelaviolencia.iiec.unam.mx/node/297, 13-07-2022
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El autor recopila una serie de artículos escritos en momentos en que la carrera armamentista pone en peligro la existencia de la humanidad, el uso de las armas nucleares en momentos de un posible enfrentamiento bélico, rebasa ética y jurídicamente toda justificación de la guerra. Para la filosofía de la historia se muestra como un camino bloqueado que en sus palabras no podía significar sino dos cosas: “a) La guerra es una institución agotada que ha cumplido su ciclo y está destinada a desaparecer. b) La guerra es una institución inconveniente, injusta o impía que debe ser eliminada”. (Bobbio, 1999, p. 30)

El autor desmenuza la discusión entre si este evento es objeto de una predicción o de un proyecto humano; las dos posiciones dieron origen a dos corrientes de pacifismo que se denominan: pacifismo positivo y pacifismo activo. Desde el punto de vista de la primera de las actitudes, el hecho de que la institución de la guerra después de la aparición del arma total, debe considerase un camino bloqueado, significa que el camino de la guerra recorrido ininterrumpidamente hasta hoy por la humanidad se ha hecho imposible. Desde el punto de vista de la segunda de las actitudes, significa que aun siendo posible, la guerra es injustificable o ilegítima.

En este sentido, Bobbio define la paz, como el estado en que se centran grupos políticos entre los cuales no existe una relación de conflicto caracterizado por el ejercicio de una violencia duradera y organizada; en un sentido positivo, la paz es un estado específico, previsto y regulado por el derecho internacional, en un estado que resulta determinado, luego de un acuerdo en el que las dos partes cesan las hostilidades y regulan sus relaciones futuras.

Por último, el autor aborda los derechos humanos, para él, estos resultan definitorios en una estrategia encaminada a la paz, según Bobbio, el problema de los derechos humanos en la actualidad ya no es filosófico sino político, no se refiere a buscar su justificación, sino más bien el trabajo debe ir encaminado hacia la protección de los mismos.

Caracterización de la violencia:

En el presente libro, podemos encontrar elementos de violencia política, cuando Norberto Bobbio analiza la relación existente entre la guerra y el derecho, concluye que esta se puede entender de cuatro formas: la guerra como antítesis del derecho, la cual nace del conflicto entre Estado natural (sin leyes,que atenta contra el otro) y Estado civil, al cual se llega siguiendo la ley natural de la búsqueda de la paz, por medio de consensos, es decir, la antítesis de la guerra. Otra forma es la que ve a la guerra como un medio, esto es la búsqueda de un grupo específico de ciertas pretensiones por medio de la guerra. Aquí se entiende el derecho no como finalidad, sino como resultado que debe ser la paz y para esto se utiliza la fuerza o la persuasión, convirtiéndose esta en el medio para alcanzar el derecho. La tercera es la guerra como objetos de evaluación y reglamentación jurídica, explica la relación derecho-guerra y derecho-fuerza, esta última regula el uso de la fuerza como medio para llegar al derecho, convirtiéndose en instrumento de derecho y objeto de derecho. Por último la guerra como fuente, esta concepción indica que una guerra se establece sin leyes, en el cual, el derecho establecido pierde su vigencia para dar lugar a uno nuevo.

Estas formas de entender la relación derecho y guerra pueden ser entendidas también en términos de la violencia como productora de razón.
Citas textuales:
“Acabada la guerra y caído el fascismo, nos enfrentá­bamos con dos problemas fundamentales: el ordenamiento democrático dentro de nuestro país y el ordenamiento pacífico en las relaciones entre nuestro país y el resto del mundo. Los dos problemas estaban estrechamente vinculados, o, mejor dicho, se encontraban en la raíz del mismo problema: el de la eliminación, o al menos de la máxima limitación posible, de la violencia como medio para resolver los conflictos entre individuos y entre grupos, ya dentro de un mismo estado, ya en las relaciones entre los estados.” (pp. 9)
“Quienes están convencidos de que la guerra no se debe hacer, y coherentes con su convicción
se niegan a llevar armas, son llamados objetores de conciencia. En otras palabras, los objetores de
conciencia son quienes no están dispuestos a aceptar ninguna de las justificaciones mencionadas y por tanto sostienen que la guerra es un mal absoluto sin condicionamientos. Si reflexionamos sobre lo dicho hasta ahora, es decir sobre el hecho de que ante la guerra nuclear ya no podemos sostener ciertas teorías tradicionales de justificación de la guerra, y nos vemos obligados a reconocer que ella es un mal absoluto sin condicionamientos, debemos admitir —y ésta es la conclusión a la que quería llegar— que, frente a las perspectivas de la nueva guerra (al menos potencialmente) todos somos objetores. En forma más simple y más directa: objeción de conciencia significa el rechazo a llevar armas. Cuando en el concepto de arma cabe hoy una bomba que, como se sabe, tiene por sí sola un poder explosivo superior a todas las bombas arrojadas sobre Alemania en la última guerra, resulta lícito preguntarse si llevar armas no se ha convertido en un problema de conciencia para todos”. (pp. 12 y 13)
“El ejemplo más alto y más convincente del método de la no violencia para la solución de los conflictos sociales no hay que ir a buscarlo demasiado lejos. Por suerte, cada día lo experimentamos incluso en nuestro país: es la democracia. Desde el momento mismo de su aparición, la democracia ha sustituido la lucha cuerpo a cuerpo por la discusión, el tiro de gracia del vencedor sobre el vencido por el voto y la voluntad de la mayoría que permiten al vencido de ayer convertirse en el vencedor de mañana sine effusione sanguinis.” (pp. 18 y 19)


“¿Pero acaso la estrategia de la guerra atómica permite aún mantener la distinción entre guerra
ofensiva y guerra defensiva? Hay dos modos tradicionales de entender la segunda; en sentido estricto, como respuesta violenta a una violencia ejercida; en sentido amplio, como respuesta violenta a una violencia sólo temida o amenazante, es decir como guerra preventiva.

En la estrategia atómica, la guerra defensiva en sentido estricto ha perdido toda razón de ser: es posible sólo sobre la base del principio de igualdad entre delito y castigo, siempre que haya una razonable probabilidad para el agredido de que el daño que puede infligir sea igual al sufrido. La estrategia ató­mica desmiente este principio: por más que las potencias atómicas suelan dedarar que los medios ató­micos tienen sólo fines defensivos y se utilizarán no para atacar sino para defenderse, los expertos han formulado repetidas veces la doctrina según la cual lo que importa en una guerra llevada a cabo con armas termonucleares es el primer golpe. Por tanto, quien ataca primero se encuentra en la condición favorable para hacer irrealizable el principio de la igualdad entre delito y castigo, y en consecuencia la guerra defensiva en el sentido tradicional de la palabra. En una guerra termonuclear la aplicación rigurosa del principio de igualdad entre delito y castigo llevaría, en última instancia, al suicidio universal.” (pp.55)
“Nunca se subrayará bastante la importancia actual de la teoría y la práctica de la no violencia activa. En un mundo en que el poder cada vez mayor de los aparatos estatales parece no dejar otra alternativa ante un régimen tiránico que la de la obediencia pasiva o la del sacrificio, la invención, la aplicación y la verificación de técnicas de no violencia pueden abrir nuevos caminos a las luchas por la libertad. Si la ética de la no violencia es antigua, las técnicas para hacerla eficaz, para hacer de la no violencia una actitud propia no sólo de un ética de la intención sino también de una ética de la responsabilidad, es reciente, hasta tal punto que aún no podemos conocer sus posibles desarrollos.” (pp. 78)
“Por último, por violencia se entiende: a) el uso de la fuerza física; b) intencionalmente dirigida a lograr el efecto deseado por el sujeto activo; c) no consentida por parte del sujeto pasivo. No es violencia en el sentido corriente de la palabra la denominada violencia psicológica, o sea el uso de medios de manipulación de la voluntad para obtener el objetivo deseado; el causar sufrimientos, incluso graves, sin intención; el causar sufrimientos, incluso graves, a quien los consiente. He agregado violencia «organizada», porque el concepto de guerra no se extiende tanto que comprenda explosiones de violencia, aunque sea entre grupos políticos, esporádica, no duradera, accidental.” (pp. 163)

“Definida de tal modo la guerra, la paz entendida como no-guerra puede definirse como el estado
en que se encuentran grupos políticos entre los cuales no existe una relación de conflicto caracterizada por el ejercicio de una violencia duradera y organizada. De esto se deriva que: a) dos grupos políticos pueden estar en conflicto entre sí sin estar en guerra, ya que el estado de paz no excluye el conflicto, sino sólo el conflicto que se realiza mediante el ejercicio de la violencia duradera y organizada; b) dos grupos políticos no deben considerarse en estado de guerra si en sus relaciones se verifican casos de violencia esporádica, como lo son por ejemplo los incidentes fronterizos.” (pp.164) El problema de la guerra y las vías de la paz, p. 2
Derecho y guerra, p. 95
Sobre el fundamento de los derechos del hombre, p. 117
Presente y futuro de los derechos del hombre, p. 129
La idea de la paz y el pacifismo, p. 157
¿>Es una alternativa la no violencia, p. 187

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